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Nuestro destino es observar el universo, dice la astrofísica Hélène Courtois

Nuestro destino es observar el universo, dice la astrofísica Hélène Courtois | Láman Carranza
El Economista
Ciencias
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Lamán Carranza
November 05, 2025

Hélène Courtois es descubridora de nuestro vecindario cósmico cercano en el universo, Laniakea, el grupo de galaxias al que pertenece la Vía Láctea. En su nuevo libro, editado en México por Grano de Sal, Courtois describe el proceso de descubrimiento de Laniakea y hace un retrato de los retos de las mujeres en la cosmografía.

La posición en la que nos encontramos en el universo es sorprendentemente estratégica para poder analizarlo y conocerlo con cierta profundidad, por lo que parece que el destino nos depara ser una especie que se dedique a escudriñar sus misterios, dijo Hélène Courtois, astrofísica francesa quien, tras estudiar la expansión del universo, se concentró en las grandes estructuras galácticas. En 2014, ella y sus colegas identificaron el supercúmulo, es decir, el grupo de galaxias al que pertenece la Vía Láctea bautizado como Laniakea.

Hélène Courtois, especializada en cosmografía, egresada de la Universidad de Grenoble y académica de la Universidad de Lyon, de la que actualmente es vicepresidenta, presenta, de la mano de la editorial mexicana Grano de Sal y bajo el auspicio del Gobierno del Estado de Hidalgo, la primera edición en español de su libro Travesía por los mares del cosmos. Nuestro hogar en el universo: Laniakea.

El libro de Courtois es el octavo de la Biblioteca Científica del Ciudadano, una colección dirigida por Omar López Cruz (Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica) y Lamán Carranza Ramírez (Unidad de Planeación y Prospectiva, Gobierno del Estado de Hidalgo) con el objetivo de llevar al alcance del público en general los temas de la ciencia más pujantes de nuestro tiempo de la mano de científicos de gran envergadura, incluyendo premios Nobel. Esta colección incluye títulos que exploran la geología, la sismología, la ingeniería y hasta la lógica, ofreciendo un vasto panorama de lo oportuno que resulta saber de ciencia para comprender los problemas y situaciones de nuestro entorno.

Esta científica de origen francés, quien creció en la campiña y en cuya familia no hay nadie más dedicado a la ciencia que la incitara a tomar ese camino, se asió de su curiosidad innata para andar una carrera profesional entre las estrellas hasta ocupar un liderazgo en el equipo que descubrió nuestro supercúmulo, Laniakea, y realizando una impresionante labor de cosmografía, mapeando nuestro universo local con sus cuencas hidrográficas.

Para explicar cómo logró esta colosal hazaña, Courtois explicó en entrevista:

“Hicimos esta prueba de concepto de que, si seguimos el movimiento de las galaxias en el universo y si podemos mapearlas, entonces encontramos lugares, bordes, donde de un lado las galaxias vuelan hacia un continente y del otro lado las galaxias vuelan hacia el otro lado a otro continente. Entonces fuimos capaces de encontrar estos bordes, estas fronteras. Así que esto fue un descubrimiento y una prueba de concepto al mismo tiempo.

“Antes la gente pensaba que podías encontrar grandes cúmulos de galaxias en el universo. Así que por eso nadie lo había descubierto antes, porque tuvimos que al mismo tiempo probar el concepto”.

Courtois, líder de equipos como el de investigación en el Institut de Physique des Deux Infinis de Lyon, tuvo que probar el dinamismo que existe en el universo para poder, al mismo tiempo, justificar su descubrimiento, invitándonos con su libro a embarcarnos en un viaje por el tiempo y el espacio para ubicar nuestro lugar en el universo.

¿Qué es Laniakea?

El nombre del grupo de galaxias Laniakea es de origen hawaiano y significa “horizonte celeste inmenso”. Para entender su tamaño de alrededor de 500 millones de años luz de diámetro, la autora nos explica que “la luz tarda 500 millones de años en atravesarlo de un extremo a otro”. Conteniendo en todo ese espacio “alrededor de 100,000 galaxias grandes como la nuestra y un millón de galaxias más pequeñas, ¡lo cual representa alrededor de 100,000 billones de soles!”.

Pero Laniakea también es una travesía entre millones de datos recopilados por investigadores de todo el mundo, telescopios en todo el orbe, y la imaginación suficiente para proyectar lo nunca antes imaginado. Detectar la organización de galaxias en grandes estructuras fue como haber encontrado un continente en el planeta que responde a las leyes de la gravedad, pero en el universo.

“Esto sucede debido a la gravedad, como las cuencas en el planeta, estoy segura de que en México hay muchas cuencas en los valles alrededor del país. Si sigues las corrientes de agua que definen una cuenca y las de otras te das cuenta de estas cuencas (la ciudad de México está dentro de una gran cuenca). Lo que hicimos fue transferir este concepto al universo porque, de la misma forma, se debe a la gravedad este efecto en el universo. Las galaxias vuelan por la gravitación y vuelan hacia un fondo donde hay mucha fuerza de gravedad, donde está el arco de Laniakea”, dijo Courtois.

Un descubrimeinto que maduró en décadas

Esta hazaña no estaría libre de obstáculos. Como el enorme brazo de la galaxia que no nos permite ver en dirección del Gran Atractor, el camino hacia el descubrimiento tampoco estuvo exento de dificultades.

“Empecé a los 22 años a estudiar este campo como una estudiante de doctorado y tenía 44 cuando hicimos el descubrimiento de Laniakea. Ese lapso de 22 años fueron tiempos muy difíciles con mucha gente poniéndole obstáculos a mi investigación y a mi carrera; también de convencer a la gente de que había algo que descubrir. Me costó mucho trabajo convencer a mis pares para obtener fondos para la investigación. Me encontré muchas veces con los celos, con la desaprobación de los directores. Fue muy difícil, pero lo bueno es que tengo este carácter en el que mientras más obstáculos pones frente a mí más quiero superarlos. Es increíble.

“A veces me siento muy agradecida con toda esta gente que me hizo pasar un tiempo difícil. A veces también pienso que si no hubiera sido tan difícil no me habría forzado a mí misma a seguir mi intuición científica y descubrir que estaba correcta”.

Durante el libro descubriremos cómo muchos se quedaron en el camino dejándole el campo más despejado a la observación.


Rebalancear la ciencia como un lugar para todos


El descubrimiento de Laniakea también tuvo que esperar a que la tecnología y las mentes maduraran, pero, en su libro, Courtois todavía sigue empujando por arreglar un desequilibrio que penetra aún todos los campos del conocimiento en el planeta Tierra.

“Mi objetivo principal poniendo estos retratos de astrónomas es volver a balancear las cosas a la manera en la que son en la naturaleza. Hay 50% de mujeres en el planeta, es más, hasta ahora, lo que sabemos es que hay 50% de mujeres en el universo conocido. Así que son 50% de los cerebros en el planeta. Sabemos que hasta la secundaria hay 50% de mujeres en las aulas, al menos en Francia, tal vez no en todos los países del planeta. Y luego en la universidad algo pasa que en la carrera de física sólo hay 22% de mujeres en las aulas. Así que, entre los 17 años y los 18 años, en un verano, 25% de los cerebros femeninos no eligen las áreas de la ciencia”, dijo Courtois.

“Me gustaría que el 50% de los profesores en la universidad, investigadores e incluso presidentes o directores de las universidades sean mujeres. Así que me gustaría que todo esto se ajustara a los números naturales porque estos deben de significar algo”.

Esta líder mundial en cosmografía quiere, a través de la narración bibliográfica de la historia de su descubrimiento, imprimir el mensaje en la juventud de que la ciencia es un lugar propicio para el crecimiento, para el desarrollo y, de manera especial, para la felicidad. Pero, más importante aún, difundir que entender la ciencia es entender el mundo que habitamos.

“Creo que las carreras en ciencias traen muchas satisfacciones a la autoestima y en la sociedad porque, cuando entiendes la ciencia, entiendes todo lo que hay alrededor de ti, entiendes tu máquina para café, cómo funciona, entiendes tu carro, entiendes tu teléfono, entiendes la vida en la que vives. Mientras que la gente que está desconecta- da de la ciencia vive en una especia de mundo mágico que no entiende y tampoco puede interactuar con él”.

Apoyar a la ciencia e inspirar vocaciones científicas resulta una responsabilidad no sólo de los científicos mismos, sino de las sociedades en su conjunto y los Estados si lo que se pretende es superar los obstáculos a los que se enfrentan.

Nota publicada en: https://www.eleconomista.com.mx/

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